Hoy, a las 7 de la mañana ya tenía los deberes hechos.
Con 11º de temperatura, 43 minutos de sesión para 7 kilómetros a 6:09.
Una sesión que debería de haber sido de 42 minutos, pero para 300 metros que me quedaban para completar los 7 kilómetros, lo he redondeado.
Pulso: 146 media - 156 máx. (¿Está bien así, Jefe? Sí, sí, Miguel. A ti te pregunto.)
Buscando la hora de carrera continua. (-18 min).
=============== ANEXO : ===============
Hay días que son para entrenar y fortalecer el cuerpo y otros que son para entrenar la voluntad de hacerlo.
Ayer Martes era uno de esos días. Cuando uno sabe que el margen que le va a quedar al cabo del día para entrenar va a ser a partir de las 10 y media de la noche, o que incluso puede ser que no salga, porque al cuerpo le va a sentar más mal que bien, sólo queda una opción que es madrugar.
A las 5:30 me levanté ayer. Que para no tener que ir a trabajar, es un pecado. Hacía un frío que pelaba. Frío de verdad. No me lo pensé malla larga y dos camisetas, una técnica y encima de ella una de algodón. La de la carrera de Colmenar de Oreja. Lo de ponerme esa camiseta ya es morbo. Lo hago para que sepa lo que es correr más de 6 kilómetros. Para que lo sepa y para que no se le olvidé como aquél día de Agosto.
Cuando así a la calle, me encontré con los 11º en la marquesina del autobús. Y yo tan cómodo y tan contento dentro de mis dos camisetas.
Allí al frente y muy arriba, me contemplaba de nuevo una hermosa luna en cuarto menguante con los cuernos apuntando a lo alto. Yo es que siempre la veo hermosa esté en el cuarto que esté. Me inspira, me baña, me habla, me susurra y me acompaña.
Acostumbrado a correr siempre sólo, a la luz del día no tengo problema. Sobre todo si me acompaña mi mujer. Pero de noche, me gusta verla ahí cuando la toca estar visible. Y cuando no, me concentro en las puntas de mis zapatillas. En algo tengo que ocupar mis pensamientos mientras troto.
Ayer, mi objetivo era concentrarme en llevar un mismo ritmo constante de principio a fin. Quería tratar de ignorar al terreno cuando fuera ascendente para recorrerlo al mismo paso que si fuera llano. Creo que lo conseguí. El kilómetro que tanto se me atraganta del puente de Vicálvaro se me hizo bastante más llevadero. Cuando me quise dar cuenta, ya lo estaba terminando. Todo es mentalizarse.
Ese kilómetro será el que elija para hacer sesiones de trabajo o de calidad. En ocasiones se hace agónico, pero ya le haré doblar las rodillas.
Fue un buen entreno. Logré el objetivo, vencí a la hora, al frío y al kilómetro maldito.