miércoles, 23 de abril de 2008

¿Acaso tendré miedo?



Recientemente he hablado y lo sigo haciendo, con un compañero de trabajo que comparte esta afición por el atletismo popular con nosotros. Y más concretamente por el Maratón.

Lleva en sus piernas un buen cirriculum de MAPOMAS y Medios Maratones de Madrid y San Silvestres. Es decir que experiencia no le falta. Se llama Miguel y para más abundancia tenemos amigos de esta afición en común. Entre otros diré que conoce a Kike, y a Emilio Comunero. Por eso cuando hablamos de todo este mundillo de las carreras populares, a mí, irremediablemente se me hace la boca agua. Y él lo sabe.

No son pocas las veces que me ha animado a retomar las zapatillas.

El caso es que hace pocas fechas, después de correr el último Medio Maratón de Madrid, me picó tanto tantísimo comentándome cómo le fue la carrera, que no pude por menos que llamarle un poco después por teléfono empezada ya mi jornada de trabajo.

Y no era para otra cosa que para darle las gracias.
Sí, porque desde que me subí al coche en el que hago la patrulla, hasta que llegué a mi primera parada del día, me pasé el trayecto reflexionando sobre qué podía ser lo que me pasaba. Y llegué a la conclusión de que tal vez lo que tenga sea miedo. Miedo a ver a los médicos que me podrían dar la solución a este parón en el que me encuentro. Miedo a que me digan sobre todo, que me olvide de este deporte que tanto quiero. Miedo a que tal vez no tenga solución lo de mi pie que es lo que me hace tener cierto reparo a ponerme las zapatillas para intentarlo siquiera una sola vez.

Y me planteé si ese miedo del que tal vez no me había dado cuenta hasta ahora es el que me impide acudir al médico para ver qué salida puede tener esto. Por eso, cuando le llamé a mi compañero Miguel, además de darle las gracias por abrirme los ojos a algo que hasta ese momento no había sido capaz de ver, le hice la promesa de ir al médico de cabecera tan pronto me fuera posible para pedir cita para el traumatólogo.
Sí, se lo prometí. Y así lo hice días después. Pasé por la consulta y tengo cita para el traumatólogo, el próximo 25 de este mes.

En cuanto me dieron el volante para el médico de cabecera fui expresamente a ver a mi compañero Miguel para enseñárselo y para darle de nuevo las gracias. Ahora tengo la promesa en el aire de que si todo va bien, le debo una trotada juntos del mismo modo que la tengo pendiente con Josero, con Tetovic y tantos más.

Por todo ello quiero mandar desde aquí un saludo a Miguel y un fuerte abrazo por haberme hecho recobrar la ilusión y las ganas por volver a intentarlo. Gracias, compañero.

Esperemos acontecimientos.

viernes, 18 de abril de 2008

Agua de borrajas



“En Abril, aguas mil”. Eso reza nuestro refranero.


Sería antes, porque lo que es a día de hoy… Ni en la sombra se parece este mes de Abril a lo que fueron antaño. A la vista está la pertinaz sequía que nos acucia y que a no mucho tardar, nos empezará a pasar factura poco antes del verano, si no lo está haciendo ya.


Recuerdo aquellos meses de Abril frescos y caudalosos. Hace pocos días, cayó en Madrid una importante cantidad de agua. No voy a decir que fue una tromba, pero sí algo más que una simple lluvia. Me pilló regresando del trabajo, y contra lo que es mi costumbre, de la impresión que me dio ver caer tal cantidad de agua, apagué la radio que suelo llevar a un volumen bastante elevado.


Oír el repiqueteo de esas gotas de agua golpeando el techo del coche, y ver cómo los limpiaparabrisas no daban abasto, era todo un espectáculo. Merecía la pena ser disfrutado. Tan sólo fueron unos minutos, pero unos minutos en los que se podía perdonar hasta el caos circulatorio que se originó. ¿Acaso nos pasó lo mismo a todos los que estábamos circulando en ese momento? ¡Quién sabe!


El caso es que de poco sirve una lluvia así si a las pocas horas ves lucir un sol esplendido como el que lució. Y de la lluvia no se ha vuelto a saber nada. Sin una continuidad, esto va de mal en peor. Pero al menos pude inmortalizar ese momento. Me quedo con él, porque no sé cuando volveré a ver otro igual.


Saludos.
Aquí sigo con mis monólogos interiores.

miércoles, 9 de abril de 2008

¡Silencio! ¡No me interrumpan!




Perece la noche,
resucita el nuevo día,
con derroche,
inundando de vida
cada rincón,
cada calle,
cada alcoba,
cada perspectiva.

Cada rincón, que en la penumbra de un callejón acogió el abrazo y el verso furtivos. Quizá hasta prohibidos, pero siempre de amor.

Cada calle, que ya va haciéndose eco de las voces de los niños camino del colegio. Del deslizar de los cierres metálicos que los tenderos suben con energía para comenzar la jornada. Del rechinar de neumáticos que apuran semáforos.





Cada alcoba, en la que durante la noche que todo lo oculta y que todo lo cobija haciéndose cómplice, se desarrolló una hermosa batalla de amor, de besos, de abrazos,de pellizcos, de caricias. De gemidos y hasta de risas. De sudor, vapores y néctares prodigiosos. De dulces momentos que desembocaron en desbocado éxtasis.





Sale el sol. ¡Silencio! ¡No me interrumpan! Me gusta contemplar la vida desde mi balcón a primeras horas de la mañana; cuando esa media luz me habla, me susurra de lo que pudo haber apenas unas horas antes. En cada rincón,en cada calle, en cada alcoba.





Comienza el día y se cierra un círculo más. Se cierra un círculo de un ciclo que nunca termina. ¡Silencio! ¡No me inerrumpan!