miércoles, 19 de octubre de 2011

I Canicross Benéfico de Rivas Vaciamadrid - La crónica.


¡¡Luna al lío!!

Hay experiencias en la vida que al vivirlas por primera vez, las hacen especiales y únicas. No sé cuántos maratones llegaré a correr, pero por más que sean, el Mapoma de 2010, siempre será único y diferente a los demás. Eso, aunque se diera el caso de mejorarlo en posteriores participaciones.

Lo mismo me pasa con los entrenamientos. Siempre recordaré de forma especial el primer entreno de series en cuesta realizado con Miguel en La Vicalvarada, con el que comenzaba a pisar el camino que me llevaría a Mapoma 2010. Lo recordaré siempre. Y hoy día cuando tengo ocasión de pasar por allí entrenando, siento que me invade algo especial.


 Foto de familia del Tri-Bautizo de la sección canina
del Club Atletismo Caprus.

Dicho esto, el Canicross de Rivas Vaciamadrid en el que tuve la fortuna de participar el Domingo junto a mis compañeros del Club Atletismo Caprus en su sección canina, Miguel y Carlos, junto a nuestros "niños", Kira, Ness y Luna, va a quedar prendido en mi interior, en mi memoria, con una chicheta dorada para siempre, y por muchos más Canicross que pueda disfrutar. Aunque hay una vocecilla en mi interior que me dice que cosas muy buenas están por venir en esta actividad.

En el calentamiento previo a la carrera.
Luna ya estaba más tranquila y más centrada.
Ya empezaba a saber para qué habiamos ido allí
y lo que tenía que hacer.

Al llegar a Rivas, ya estaban allí Miguel y Carlos. Por fin conocía a Ness. ¡Ya era hora!
La mañana empezó con muchos nervios de Luna. Era la primera vez que Luna se veía entre tanto perro. Estaba descentrada, perdida, no hacía más que mirarme como pidiéndome una explicación de qué era todo aquello. Como anécdota, puedo decir que estuvo a punto de desmontar el chiringuito tras la recogida del dorsal, que no fue nada fácil. No tenía manos para sujetar todo, arnés, correa, cartilla, las llaves, la perra, etc... Tiró uno de los cartelones y a punto estuvo de tirar una de las mesas. Parecía el caballo de Atila. Tratando de que la cosa no fuera a más, me aparté de todo el bullicio y me llevé de allí a Luna tras el control veterinario, para colocarle el arnés, y ya enganchada fuimos al coche a dejar los trastos inutiles y a correr unas cuantas rectas a la velocidad que ella quisiera para que se desfogara y se tranquilizara. Lo conseguí. Era lo que necesitaba.

 "¿Pero esto qué es?
¿Dónde me has traido?"

Control veterinario.

Previamente pude ver y conocer a Patricia, del Correcaninos. Luego ya me encontré con Yolanda - La Pingüina Veloz -, también del Correcaninos y su Lola. ¡Qué alegre me pareció esa perra! Tuve oportunidad de intercambiar saludo con Victor - Fernandez a la carrera -, que me reconoció. ¡Un saludo, Victor!

Entiendo que Luna estuviera muy despistada, porque a mí todo aquello me parecía superextraño y complicado. No sabía ni en qué orden tenía que hacer las cosas. El estado de nervios de Luna pasó a mí y consiguió que se apoderara de mí una extraña sensación de pena por ella. Pena porque me parecía que las cosas no iban a ir nada bien en esas condiciones. Más que pena, tristeza. Pero tras las carreritas que mencioné antes, vino el calentamiento junto a Miguel. Las cosas ya iban poniéndose en su sitio. Luna ya era Luna de nuevo.


Risas que escondían nervios en los momentos previos 
a la salida que se retrasó casi un cuarto de hora.

La espera para la salida se hizo eterna y volvieron a aflorar los nervios. Traté de apartarme a los puestos más atrasados. Los perros ansiaban echar a correr de una vez. Intuían que el espectáculo estaba a punto de comenzar. Esa jauría ladrando todos al mismo tiempo imponía respeto. Apenas nos podiamos oir cuando nos hablábamos Carlos, Miguel y yo.

 Foto de familia del Tri-Bautizo de la sección canina
del Club Atletismo Caprus.

 ¡¡ Salida !!

¡Y por fin la salida! ¡Dios, qué locura! Correas cruzándose. El traspies a la orden del día. Tropezones. Algunos perros enzarzándose, muchísimo polvo levantándose, y un caminillo muy estrecho que no permitía hacer muchas maniobras. Pararse era tan peligroso como intentar dar unas zancadas. Había poco márgen para el error. Llevé corto a Luna los primeros metros. Conforme nos ibamos alineando, la fui soltando. Ella ya lo pedía. No hizo falta instrucción alguna. Se puso a la tarea copiando lo que hacían los demás perros. Lo más dulce había comenzado. Esta parte ya nos la sabíamos bien los dos por los entrenos que ya llevábamos hechos semanas antes.

¡Al lío! Luna picándose con los perros que nos precedían. El primer kilómetro, trepidante, pero yo siguiendo el ritmo que imponía ella. Llevaba un galope precioso en el que yo me recreaba más que en mirar el terreno que pisábamos. Delante pude ver a Carlos y a Miguel durante bastante tiempo. Más que cuando corremos sin perros. ¡Normal! Nos salió el primer kilómetro en 5:07. Una locura para mí y más en un terreno como ese. "La cagamos" - pensé - "No tardaré en rajarme". y aunque traté de que no fuera así, me vi obligado a hacerlo. tenía que hacerlo. "Acordamos" un ritmo más suave y nos adaptamos bien a un trote más llevadero para mí. Bastante más conservador pero que me permitiría aguantar mejor lo que quedaba. No quería bajo ningún concepto, fallarle a Luna en su debut. Si algo salía mal, no quería que fuera por mi culpa. Jamás he hecho un cross y la fatiga aparece antes que en una carrera de asfalto. Al menos para mí.

No había hecho más que empezar a dejarme con la boca abierta. Se picaba con los perros de delante. No se conformaba con alcanzarlos, los sobrepasaba con una desvergüenza insultante. Gracias a ella me veía sobrepasando a perros que por raza y envergadura ya daban respeto. De todas las razas, colores y tamaños. Viéndola así, ¿qué pordía hacer que no fuera dejarla hacer? ¡Y venga adelantar a perros competidores! Y a estos con sus respectivos dueños, claro. Y yo dejándome llevar.

¡Qué de momentos más bonitos se pueden
vivir en apenas 5,2 kilómetros de Canicross!

Segundo kilómetro en 6:39. Bastante diferencia respecto al primero. Luna iba igualmente alegre. Con hambre de carrera. Poco antes, me alcanzó Yolanda con Lola. Se puso a mi nivel y ajusté mi paso al suyo sin intentar sobrepasarla. Era increible ver a Luna correr al lado de toda una Lola de aquella manera tan suelta y tan segura. Yolanda me comentaba que parecía mentira que fuera su primer Canicross.

Lola en Rivas Vaciamadrid
¡Menuda estampa la de esta "niña"!


Así llegamos al kilómetro 3 (6:10). Habíamos vuelto a apretar un poquito pero sin darnos cuenta. Todo iba como la seda. Poco después vendría el avituallamiento canino y humano. Ahí no me anduve con tonterías. La dejé beber lo que quiso. Era fácil suponer lo que lo necesitaba. Yo también bebí un vasito de agua. No quería más. Ya saciada, arrancamos con calma. El kilómetro 4 lo pagamos al precio de 7:39 pero bien lo valía. Tanto una como otro nos recuperamos bastante, así que decidí meter toda la carne que pudiera en el asador, y conseguir que Luna pasara bajo el arco de meta en campeón y con la misma alegría con la que empezó.

Sé que apretamos, ella su galope y yo mi zancada. Pero no fue suficiente para alcanzar de nuevo a Yolanda a quien no dejaba de ver delante. Al mínimo repecho que aparecía yo tenía que aflojar un poco y conmigo Luna. Dimos un último apreton en los 300 últimos metros ya viendo cerca la meta. Hicimos el último kilómetro en 6:01. Insuficiente, pero muy contento. ¡Los dos pasamos la meta contentos! Pero yo no estaba para nadie. Sólo para mi Luna. No tardé ni cinco segundos en sentarme en el suelo y abrazarla. Me la hubiera comido a besos allí mismo. Me echó las patas a los hombros. Yo creo que también ella me estaba abrazando. Ya de pie, la llevé a la fuente a que bebiera y se refrescara. La mojé la cabeza y ella se sacudió agradecida.

Carrera terminada. ¡Fantástico todo! Siendo lo de menos el tiempo, hicimos 33:21 para los 5,2 kilómetros. lo principal era pasar con nota las sensaciones de un primer Canicross. Y las sensaciones fueron buenísimas. Hubo un par de veces, siempre en bajadas pronunciadas en que me vi con mis huesos en el suelo. Por suerte no llegó a pasar. Queda por aprender sobre esos momentos tan delicados de la carrera, pero tacita a tacita, todo irá llegando.

Ahora tengo un motivo más para mejorar mi técnica de carrera y sobre todo mi resistencia, y no es otro que intentar estar a la altura de mi "niña". Quisiera que la próxima vez pudiera sacar esa raza corredora que lleva en sus venas y llevarla hasta la meta sin depender de lo que yo fuera capaz de resistir.

Los Tres Mosqueperros de Caprus nos hemos puesto en marcha. Con eso me quedo. Ha sido tremendo vivir esta experiencia con mis amigos caprusianos. ¡¡Esto no ha hecho más que empezar!!
Ahora ya puedo gritar... ¡¡¡Ya soy canicrossero!!! ¡¡¡Aupa Caprus!!!

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Los miembros de Canicross - Caprus participantes en el I Canicross Benéfico de Rivas Vaciamadrid celebrado el 16 de Octubre de 2011, quedaron clasificados de la siguiente forma:
Miguel Rodriguez Sánchez MASTER 40 con Kira 27'22"98   
Pto. Gral. 26 Pto. Categoría
Carlos Siguero Iglesias MASTER 40 con Ness 29'50"18  
Pto. Gral. 32 Pto. Categoría 8º
José Carlos Ojeda MASTER 50 con Luna 33'28"45  
Pto. Gral. 48 Pto. Categoría 4º

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Mi lema siempre va a seguir siendo disfrutar de todo lo que hago, aunque en ocasiones los resultados no acompañen, pero siemrpe con la esperanza de que algún día lo hagan y entonces... entonces esto será la leche en polvo.

Por cierto, ha sido mi segunda alegría deportiva de la semana. La primera fue que mi hija Ana Isabel superó la prueba de resistencia el Viernes pasado. ¡Sacó un 10! No hubo tercer entreno en El Retiro, por la huelga de profesores, pero tampoco hacía falta. Tenía el tranquillo bien cogido.

PD: Perdón por el retraso en la redacción de esta crónica. Ojalá que la espera haya merecido la pena.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Con "R" de Repetir... ¡¡¡Retiro otra vez!!!

¡Yo ya estoy lista!
¿Cuándo empieza esto?

Escribo esto antes de acostarme y empezando por el final del día...

Pues sí, esta noche, nueva visita al Retiro con mi hija Ana Isabel. Algo más tarde que ayer, poco antes de las 22:30, estábamos aparcando frente a la entrada del Paseo de Uruguay. Minutos después, estábamos trotando. Esta vez, con la compañía de Luna. Sí, se ha venido con nosotros. Lo de la Vicalvarada por la tarde se le quedó corto.

La sesión ha salido muy bien. Acercándonos al objetivo, hoy hemos pasado de 23 minutos a 37. A 3 minutos de la "meta". Ya está casi hecho. Al mismo ritmo tranquilo de ayer, unos 7:30/K, hemos hecho 5 kilómetros. 
- Ana, llevamos 20 minutos...
- Seguimos.
- Vale.
(---)
- Ana, llevamos 25 minutos...
- Seguimos.
- Vale.
- Ana, 30 minutos...
- Seguimos.
No volví a abrir la boca. La vi muy entera y muy segura. Así hasta que dijo que por hoy ya estaba bien. Paramos el crono en 37:26. Más conrtenta que unas pascuas. Yo también. Hoy sí que le apetecía beber al terminar, jejeje... Un beso y felicitaciones. Me sentía en una nube por haber compartido esos 37 minutos con mi hija. Estiramientos y al coche.

Luna, con muchísima alegría y muchísimas ganas de lanzarse. Correr lo que se dice correr, no ha corrido. Excepto al principio, todo ha sido un trote ligero. A ratos, dejaba adelantarse a Ana, y entonces Luna se activaba para alcanzarla. Ese ejercicio lo hemos repetido unas cuantas veces. Mañana, es decir hoy Miércoles, repetiremos sesión en el Retiro.

Por la tarde, a eso de las 7 me acerqué con Luna y los pertrechos de Canicross a la Vicalvarada para reunirme con los compañeros de Caprus. La idea no salió bien del todo. Nos vimos, intercambiamos saludos - ellos no sabían que yo iba a ir -, unos minutos con la presencia de Juan Runner, y empezamos a trotar. Luna, muy nerviosa como es ella, no tuvo muy buen carácter con la dulce Kira que me encontré. Más bien arisca y con ganas de bronca, no se portó del todo bien. Miguel y Merce tuvieron la misma idea que yo de hacer el entrenamiento junto a la perrilla.

Arrancamos el trote y como iba tan picada con Kira, nos adelantamos al grupo un poco. Tomamos un sendero ascendente, y al bajarlo por el otro lado, según me di la vuelta, el grupo, que no era pequeño, había desaparecido. Vi desaparecer un grupo de 7 u 8 corredores con una perra en cuestión de segundos. Alucinante. Se los había tragado la tierra. Entrenamiento arruinado. En vista de lo cual, Luna y yo nos quedamos a hacer media hora con intervalos de descanso. En ningún momento los volví a ver. Terminamos y vuelta para casa.
Luego, he sabido que mientras el grupo tiró para los pinos, Luna y yo tiramos para el lado contrario. Eso es lo que ocurrió. Pero me dió una rabia tremenda porque a parte de que a mí no me resulta nada fácil ir a la Vicalvarada ninguna semana por cuestiones de horario de trabajo, me había pasado buena parte de la mañana planeando esta escapada. Hoy salía pronto de trabajar y disponía de la tarde para hacer este extra. Una pena. Otra vez será.

Debo mencionar un pequeño incidente por el que Luna pudo hacer bastante daño a Merce con el mosquetón de su correa. Dio un tirón para enzarzarse con Kira y le rozó en una pierna de mala manera. Espero que no le haya hecho nada. Miguel dice que no, pero a mí me pareció lo contrario. Merce, disculpa.

lunes, 3 de octubre de 2011

El Retiro la nuit


Ayer tuve oportunidad de disfrutar de las mieles del Retiro en horas nocturnas. Nunca había corrido por allí a esas horas - las 9 de la noche -, y la verdad es que el ambiente es muy distinto. No deja de haber corredores porque corredores los hay a todas horas, pero están todos los paseos mucho menos masificados.

Pero lo mejor no es esto, lo mejor es que la excusa para que yo corriera ayer a esas horas por allí, era la de acompañar a mi hija mayor Ana Isabel, que está entrenando para una prueba física de resistencia que tiene que hacer en su Instituto. Se trata de hacer 40' de carrera contínua. Ayer hicimos casi 25 minutos solamente. Como ya ha visto el ritmo que tiene que llevar, ahora ella irá subiendo poco a poco. Pero no creo que la cueste nada hacerlo. La vi muy bien. Apenas tuve que corregirle nada. Tiene buen paso, no va dando saltitos, y es muy constante en el ritmo. El trazado lo marcó ella y me gustó mucho. Sin tocar en ningún momento el perímetro de la valla, me resultó entretenido. El remate fue en el paseo de coches, donde termina Mapoma. Se lo hizo entero como una jabata y sin aflojar ni un poquito.

¡Cuántos recuerdos me vinieron a la cabeza pasando por allí! ¡Qué especial es ese paseo!

Ana es más dada a andar que a correr. En rutas de senderismo es inagotable. Me lo ha demostrado mil veces. En el Cares, iba siempre en cabeza. La gusta andar. Correr, ya es otra cosa. Como no sea por obligación como en este caso...

¿Sabéis cómo me sentí? ¡¡¡ Me sentí como todo un Saturnino cuando entrena con su hija Sonia !!! Jajaja... es cierto. Pensé en ellos cantidad de veces en todo el recorrido.