lunes, 25 de octubre de 2010

Se llama Luna. Volvemos a ser cinco.


Sí amigos, se llama Luna y ya forma parte de nuestra vida. Ya es una más de casa. Sí, al fin llegó el día en que de nuevo una peluda vuelva a caminar por los pasillos de casa. Y aquí y hoy os la presento.

Se llama Luna y el destino, ese en el que uno a veces no tiene más remedio que creer, la puso ayer en nuestras manos. Al igual que hizo Noa en su momento, nos conquistó con su mirada tierna y con su menudo cuerpecito suave y aterciopelado. No supimos decir no. ¿O no pudimos? ¿O no quisimos?

Ese destino del que hablaba, hizo que precismanente ayer Sábado, que fuimos la familia en pleno a hacer una de nuestras visitas mensuales a La Pedriza. Según el plan que llevaba, había que partir del aparcamiento del Tranco dentro del mismo pueblo de Manzanares el Real. El destino, una pequeña obsesión que tengo metida en la cabeza desde hace mucho tiempo: llegar al Elefantito, ese gran desconocido para mí, a pesar de los años que llevo pateando la Pedra. A pesar de eso no conozco ninguna de esas grandes maravillas que oculta pero que sé que me tiene reservadas.


Aparcamos junto al Restaurante El Tranco, nos presentamos allí como clientes para comprar unas bebidas y hacer unas cuantas preguntas sobre el recorrido, y salimos de allí como amigos de Merche y Salva que son quienes lo regentan. Dos personas increibles, dos nuevos amigos para siempre. Sin duda.

Todo empezó porque nos llamó la atención la perra que tenían en el interior del local. A raiz de eso, supimos que acababa de parir unos seis o siete cachorros apenas hace un mes, y Merche los estaba regalando. Dicho y hecho, nos sacó a esta perrita para enseñárnosla. ¡En qué hora lo hizo! ¿Y para qué contar más? A Miriam, se le cayó la baba cuando la vio y más cuando la tuvo en sus brazos. Todo un momentazo como cabe imaginar. No hacía falta decir "sí". Ya estaba dicho desde que Isabel la tuvo en sus brazos. Y con la casualidad añadida - ¿cosa del destino también? -, de que se llamaba Luna. Exáctamente el nombre que Isabel tenía reservado para le perrita que algún día sucedería a Noa.

Así de simple. Así de inesperado. Así de rápido. Sin tenerlo planeado ni por asomo. Fuimos a disfrutar de una bonita excursión con una climatología privilegiada para lo avanzado del mes de Octubre en que estamos, y volvimos habiendo adoptado a una perrita que ya forma parte de nuestras vidas. Salimos cuatro de casa, y volvimos cinco. Como hace unos años cuando ibamos a La Pedriza con Noa. Siempre cinco.



¿Cuatro peluches?


Antes de llegar a casa, hicimos una parada para comprarle lo mínimo necesario para pasar su primera noche en su nuevo hogar. Su primer juguete, su primera cama, y su primera comida.





Durmiendo apaciblemente tras la cena. Anoche no hubo perrita recién llegada a casa. Ni un lloro en toda la noche. Hoy nos ha despertado temprano, pero a eso estamos acostumbrados.
Nació un 14 de Septiembre. Apenas tiene cinco semanas.




¿Y la excursión senderista por la Pedra?, diréis.
Pues sí, la hubo. Y fue un éxito. Un éxito que merece ser
contado a parte. El protagonismo de esta excursión,
se lo ha llevado Luna por mayoría absoluta.

Volvemos a ser cinco en casa. Volvemos a empezar.

lunes, 18 de octubre de 2010

Apuntes en el calendario

Son varias las sorpresas que me he llevado en los últimos días, desde que me reenganché de nuevo a la red. No se puede perder el contacto con esto, porque está claro que a la mínima, te quedas fuera de juego.

Y esto es lo que me ha pasado. Seguramente lo que voy a contar ya lo sabéis todos, y si no, una gran mayoría, pero repito, para mí ha sido una sorpresa.

Tradicionalmente, el Medio Maratón de Moratalaz siempre ha sido el primer Domingo de Noviembre. Cayera en la fecha que cayera, tenías el primer Domingo de Noviembre como referencia para hacer tus cálculos para las semanas previas. Siempre ha sido así, o al menos durante los últimos veinte años.

Pues no. Resulta que este año, la carrera pasa del 7 de Noviembre en que debiera haber sido, al 14. Con esto, se consigue que la carrera de Moratalaz coincida en fecha con la de Canillejas, cosa que no creo que le haga mucha gracia a muchos. Así pues, este año no es el Domingo 7, sino el 14. ¿Motivos? Cualquiera sabe. Alguno habrá, pero dudo que se sepa. A mí me viene bien por un lado y mal por otro. Por el lado malo, tenía pedida la fecha del 7 en el trabajo desde hace 2 meses por lo menos. Puede tener arreglo pero no deja de ser un fastidio.

Y por el lado bueno, me da una semana más de margen para estar bien del todo. Tal como tengo el pie ahora mismo, perdería mucho trecho, pero con una semana más por delante, veo mejor las cosas. No es que esté muy mal, pero no está todo lo bien que esperaba una semana después del percance.

Al margen de esto, hace unos días me enteré por casualidad de otro cambio de fecha. Este, ya más importante. El Mapoma 2011, siempre – que yo recuerde -, se ha corrido el último Domingo de Abril. Este año tocó el 25 de Abril, y en 2011 debiera haber sido el 24. Sin embargo, va a ser el Domingo anterior, el 17 de Abril. Este cambio el año pasado le tocó al Medio Maratón de Madrid acercándolo una semana a Mapoma 2010 quedando dos semanas entre uno y otro en lugar de tres.

Tampoco en este caso he conseguido ver qué motivos hay para ello. Seguiremos mirando. Mientras, intentaré cerrar esta tarde la inscripción del Medio Maratón de Moratalaz. En este momento no puedo hacerlo.

El último apunte lo dejo para comentar que tal vez este año tenga quien me acompañe unos kilómetros en bici. La campeona Miriam está más que dispuesta.

PD: Semana del 11 al 18 de Octubtre terminada con 85 kilómetros de bici. 32 de ellos con Miriam.

sábado, 16 de octubre de 2010

II Medio Maratón Leganés - XXXIII Carrera Popular San Nicasio

Carrera de San Nicasio – Leganés. Una carrera para comentar.


Empezando por el principio, en cuanto a la organización, cuando se ven los esfuerzos por arreglar algo que no parece tener arreglo, toda crítica que en principio se pudiera tener ganas de hacer – sobre todo en caliente -, se desvanece. Los organizadores y voluntarios se vieron claramente rebasados por una asistencia que seguramente ni se imaginaban. Era evidente. La recogida de dorsales lo decía todo.

Estoy seguro de que con las ganas que tienen por ofrecer una buena carrera, el año que viene las cosas van a ser muy distintas. Yo por eso, por el esfuerzo que hicieron, sólo por eso, ya les felicito.

Ahora un poco más atrás. Aproximadamente una semana antes, por motivos de trabajo tuve la oportunidad de mantener una extensa charla con el Mister. Ahí nació la posibilidad de asistir a esta carrera. Una de esas charlas que yo valoro más que algunas sesiones de entrenamiento. Enriquecedora como siempre.

Supe que seríamos cinco Caprus los que nos reuniríamos. Al final no fuimos cinco sino seis Caprusianos, porque Jorge también se subió al carro. Miguel y Rafa irían a por la media. Los demás a por la corta de 10 K. Algunos con más fortuna que otros. Estos éramos Fernando, Jorge, Javi y yo.

La crónica debería ser sencilla pero es complicada y sencilla a la vez. Los entrenamientos que llevo haciendo desde hace más de un mes, me habían dado muestras de algo que quería plasmar en esta carrera. Me hacía ilusión. Como también lo hubiera hecho en la de Alcalá de Henares ya que no pudo ser en La Melonera. Intuía cosillas que me hacían pensar en hacer algo bueno en un diez mil. Tenía ilusión por hacer una buena traducción de esos entrenamientos en esta carrera. Pero no pudo ser. Tampoco lo lamento ni mucho menos. Con la dureza de esta carrera frente a lo que fue la de San Juan, también en Leganés, y las circunstancias que rodearon a esta carrera, valoro mucho más la hora y pico que hice en esta, que los 54 minutos de la de San Juan. Y digo más. Estoy hasta contento. Muy contento. Mucho. Y hasta orgulloso. Porque aunque las cosas no salieron como esperaba, tuve pistas suficientes para saber cómo pueden ser en otra ocasión en la que me vea con tantas ganas. ¡Y es que había muchas ganas en esta carrera!

Nada más recoger el dorsal, corriendo al coche a cambiarme con Fernando, Javi y Jorge, para volver corriendo – esta vez literalmente -, para colocarnos en la línea de salida. Según llegamos, sonó el pistoletazo de salida. Así fue nuestro calentamiento. El resto de él lo hicimos en la cola de los dorsales. Salí con Fernando, con quien quería ir el mayor tiempo posible. Ese era mi reto. Más sabiendo que iba a ir entre 5 y 6 minutos. Sabía que podía. Pero llegó el primer tropiezo. A los 500 metros siento la zapatilla derecha muy suelta, miro, el lazo se había desatado. Las prisas de cambiarnos me traicionaron. En lo que tardo en hacerlo, Fernando se me despega pero no dejo de verle. Aprieto el paso, pero la estrechez me impide alcanzarle. Fui durante muchos metros a pocos cuerpos de él pero sin lograr pasar. Había que esperar a mejor momento. En esto, el segundo tropiezo. No sé cómo fue, no me lo explico. Iba en llano, ningún bordillo, ningún obstáculo, pero el pie derecho, se me dobló literalmente hacia dentro cayendo todo mi peso sobre el tobillo. Pude ver la planta del pie entera. Sentí un relámpago que me corrió de abajo a arriba solté un grito de los míos. Me eché a un lado asustado sin saber lo que me podía haber hecho. No quise sentarme ni echarme al suelo. Anduve unos pasos. Vi que podía andar. Intenté un trote suave. Dolía pero podía pisar. Progresivamente fui apretando el paso. Si hubiera tenido algo feo, no hubiera podido hacerlo. Fueron segundos, pero los suficientes como para que Fernando se me fuera del todo. Ya no volví a verle hasta mucho más adelante en un tramo de esos en que los que van, ven a los que vienen. Me quedaba solo y tenía que hacer mi carrera. Apreté aún más. Dolorido pero bien. Podía aguantar. Intentaba recuperar puestos. Pero Fernando no aparecía. El que me alcanzó fue Jorge. Seguí unos metros con él pero no iba aún para fiestas. Nos despedimos.

A pesar de no ir fino del pie, iba contentísimo de cómo estaba subiendo las cuestas. Incluso las más largas y aburridas. ¡Adelantando en plena subida! Nada que ver con lo de Guadarrama. Con alegría y paso vivo. Iba contento. Así, de esta forma, llegué al avituallamiento del K5 en 25 minutos. Casi pego otro grito de los míos. Eso era lo que yo quería. Incluso me habría contentado con 26 ó 27 minutos. Dadas las circunstancias. Pero no, eran unos bonitos 25 minutos. Anduve unos pasos para beber unos tragos. Vendría más a delante la cuesta del cementerio. La misma de San Juan pero en subida. Había que prepararse para ella.

Antes del K7, nuevo tropiezo. Tantos cambios de terreno – asfalto, tierra, carril bici… -, no me podían llevar a nada bueno tal como iba. Tocaba bajar un bordillo para cruzar un tramo de asfalto y yo no lo vi. El suelo desapareció bajo mis pies. Al que le tocaba pisar era al izquierdo, pero al hacerlo la sacudida fue terrible en la parte de atrás del muslo. Sentí como un hachazo. Durante bastante rato estuve sin poder pisar bien con el izquierdo. Iba apañado. Si llega a ser el pie derecho, me quedo allí. Otra vez a recuperar el paso progresivamente. Hasta dejar de sentir ese dolor tan agudo en el muslo, me tuve que parar dos o tres veces y beber unos tragos. Había que planificar lo que quedaba y sólo cabía un plan: acabar lo mejor posible y olvidarme de lo que pudo habar sido y no iba a ser.

En estas estaba, cuando el pie derecho me presenta su tarjeta de visita en forma de calambres cuando intentaba apretar un poco el paso. No venía solo, venia acompañado de alguien a quien no veía hacía meses y meses, mi “amigo” el flato. Pensé: “vale, ya estamos todos, ¿alguien más…?" De pena. Haciendo un cálculo rápido en el 8, vi que se me escapaba hasta la posibilidad de hacer 59 minutos. Hubiera servido para maquillar aquello, pero ya ni eso. Hice tranquilamente los dos kilómetros que quedaban y ni siquiera esprinté en la llegada a meta. No me quedaban ganas. Fuerzas sí, pero ganas… ¿para qué? Una pena.

Eso sí, nada más pasar la meta, el pie que me había torcido, empezó a pegarme unos bocados que me recordaron el momento en que se me dobló. Tremendo. En cuanto recogí la bebida y la bolsa me senté en el suelo. Eso ya sí era dolor. Y sabía que en cuanto me echara andar después del descanso, no iba a poder poner el pie en el suelo. Y así fue. Más cojo que otra cosa, fui a meta después de hablar unos minutos con Javier H.G. y su mujer, para intentar ver a Rafa y a Miguel entrar en meta. Estuve a pie del arco de meta un buen rato. Convencido de que quizá hubieran llegado ya, me di la vuelta. Justo en el mismo minuto en que ellos llegaron. Me doy la vuelta y los veo venir sudorosos detrás de mí. ¡Ya me vale!

Me cuentan un poco de cómo les ha ido y me doy cuenta de lo que tiene que ser correr como lo hacen ellos. El nivel al que lo hacen. ¡Enorme!

Miguel se da cuenta de que cojeo y le explico. Vemos una ambulancia y no me lo pienso dos veces. Les pido que me lo miren con tal de descartar lo que sea. Les parece que la cosa no pasa de un esguince. Vendaje y a tomar antiinflamatorios y algún analgésico para el dolor. Cuando salgo de la ambulancia, veo que viene Fernando con mi mochila. Apoyándome en su hombro me ayuda a llegar al coche donde me cambio. Ya no puedo poner bien el pie en el suelo. Ahora duele de verdad, pero me lo trago.

Fernando me ayuda a llegar al coche para cambiarnos. Antes nos paramos para hacernos una bonita foto para el recuerdo. A pesar de todo, yo no pierdo la sonrisa. Sigo estando contento. Me sobran motivos para estarlo.



El balance me sigue saliendo positivo, porque con todo, además de disfrutar de mis compañeros Caprusianos en mi primera competición junto a ellos, otra parte de lo mejor del día estuvo en el reencuentro con viejos amigos de esta bendita afición. Pude ver a Celina, guapísima con ese nuevo corte de pelo, a Javier Hervás, muy preocupados ambos por mi larga ausencia de la red, a Ino, la mujer de Javier, tan alegre como siempre, a Alfonso, pletórico él, a Jaime Navarrete, preocupado por sacar adelante la entrega de los dorsales… También pude ver a Rafa.

En definitiva, una bonita jornada que para nada pudo ensombrecer mi esguince. Me satisface ver que no le he perdido el puntillo a la competición a pesar del tiempo transcurrido desde la última vez y sobre todo, comprobar que no me pongo ya nada nervioso en el momento de colocarme en la línea de salida.

Me gusta correr.

viernes, 15 de octubre de 2010

Excursión en bici - Fotos

La bonita excursión en bici con Miriam
el pasado Martes 12, día del Pilar.

En el Parque Natural de Vicálvaro, antes
de partir para el Parque Lineal del Manzanares.
Con bonitos nenúfares en flor en el agua.
Patos, kojis enormes y unas tortugas
de impresión, pueblan las aguas de este
bonito estanque.


Este parque y este estanque le encantó a Miriam.
"La próxima vez hay que venir con pan
para dar de comer a los patos y a los peces, papá."

¡Llegamos! ¡Conseguido!
¡¡Victoria!!

La satisfacción se podía ver en su carita.
Estaba contenta con lo que había hecho.


¿Y por qué no decirlo?
Mi satisfacción por poder hacer esto
con Miriam también era enorme.

Al fondo un próximo reto, un próximo objetivo.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Kilómetros en el aire

Llegó el día en que perdí la cuenta de las semanas sin aparecer por aquí. Demasiadas cosas encadenadas me lo impidieron. Cosas, unas que escapan al control de uno y otras que también vienen por sí solas, como consecuencia de las primeras y que tampoco se pueden evitar. Una de ellas, lo confieso, es la desgana. Llegué a quedar atrapado en ella.

Tienes ganas pero no tienes tiempo y terminas el día diciéndote. “bueno, lo dejamos para mañana”. Y resulta que al día siguiente tienes tiempo, pero… pero no tienes ganas, estás cansado. A veces, incluso abatido. Esas semanas de doce o trece días de trabajo consecutivos con turnos que te rompen la moral, te van minando aunque no quieras tener ojos para verlo. Pero lo cierto y verdad es que te van minando poco a poco hasta verte absorbido por una rutina diaria que no deseas.

Así ha sido el último mes. Poca actividad en la red, por no decir ninguna. Hasta el punto de encontrarme una cuenta de correo saturada y bloqueada por falta de uso. Unos lectores que aburridos de esperar se habrán ido a lugares más entretenidos. Así es. Perdí la cuenta también de las citas a las que me vi obligado a faltar por imponderables. Uno de ellos, el fallecimiento de mi suegro tras un largo periodo de enfermedad que nos tuvo a todos en vilo durante semanas.

Vi pasar de largo ante mí una serie de carreras una tras otra. Carreras que tenía previstas como parte de la preparación para el Medio Maratón de Moratalaz en Noviembre. A una tras otra dije que iría y no pude ir – perdona, Miguel-. Tampoco pude acudir a la Quedada Bloguera de Soto del Real en Septiembre – perdona, Rafa -, con la que estaba comprometido. Pero así y todo, he sabido arañar el tiempo suficiente para no estar inactivo en lo que se refiere a la práctica de ejercicio. Quitándome horas de sueño por delante o por detrás, he podido mantener una cuota de un mínimo de cuatro días a la semana con una media de 30-35 kilómetros. No son los 45 mínimos que me había marcado, pero me han servido para mantenerme al pie del cañón. Eso, y conseguir los cinco días de ejercicio alguna semana que otra, me daba esperanzas de que todo cambiaría a mi favor algún que otro día.

Como ya he dicho, son decenas de kilómetros que se quedan en el aire y sin su correspondiente crónica.

En estas semanas en que mis piernas no han dejado de hacer decenas de kilómetros, he tenido oportunidad de hacer cosas nuevas. La falta de kilómetros hechos a pie, la he complementado a menudo con la bici haciendo un entrenamiento cruzado que me dejaba siempre muy buen cuerpo. La siguiente rutina ha sido muy habitual en las últimas semanas: Al trabajo en bici, del trabajo a casa en carrera. Al día siguiente, si no iba mal de tiempo, al trabajo en carrera y la vuelta en bici. Si iba mal de tiempo, al trabajo en coche y vuelta a casa con la bici. Sobre este patrón me he movido todo el mes de Septiembre completando también decenas de kilómetros de pedaleo. Siempre doy un rodeo más o menos grande para acumular la mayor cantidad posible de kilómetros en bici. Hoy por ejemplo, he venido al trabajo en bici, y volveré de la misma manera. Si ese esguince no estuviera aún tan fresco, volvería a casa a la carrera. Pero prefiero dejarlo sanar adecuadamente. Con la bici no siento ninguna molestia.

Si digo que la bici no me causa molestia alguna con el esguince, es por algo. Lo que hice ayer en compañía de mi pequeña Miriam, me lo confirmó. Hicimos juntos 32 kilómetros de carril bici tomando como destino el Parque Lineal del Manzanares. Fuimos a visitar a la Dama del Manzanares como es preceptivo. Dimos unas vueltas por allí, comimos y vuelta para casa. Miriam quedó encantada con ese parque. Previamente hicimos parada también el parque de Vicálvaro, que también la gustó mucho. Ahora se puede pasear por él sin problemas de falta de agua y no como en pleno verano. Entonces no creo que la hubiera gustado tanto. Por cierto, ¡encontré una fuente que funcionaba! ¡Sorprendente!

Tengo que decir que Miriam se comportó como una jabata. ¡32 kilómetros en las piernas de ese cuerpecito y la costó decirme que no podía más! Eso fue al regreso. La vuelta a casa en bici desde allí es dura. Más aún para ella. Paramos cuantas veces hicieron falta. Unas para estirarnos en la hierba, y otras simplemente para caminar cuando las cuestas eran costosas. Miriam ya no podía con ellas ni con los cambios más blandos que podía encontrarle.
Llegamos a casa a las 7 de la tarde. Habíamos salido a eso de la 1 de la tarde, pero entre lo que nos entretuvimos en el propio parque y las paradas previas para ver esto o aquello, la ruta no se hizo nada aburrida ni pesada. Tuve buen cuidado de que esto no pasara. Y para colmo, al final, fue capaz de hacerse unas cuantas Tetas de Palomeras con la bici pasando de una a otra sin mayor complicación.

Cogió la cama con ganas. Lo puedo asegurar.

Creo que ahora lo principal era contar esto. De lo demás, ya cuento algo más tarde. Hay una carrera pendiente que comentar la de San Nicasio de Leganés del Domingo pasado. A esa carrera sí que pude ir. Ahí sí que hay para contar.
Como anticipo, para tranquilidad de quienes me vieron por allí. El esguince del pie derecho va sobre ruedas. Atajé la inflamación. Y del dolor inicial ya ni me acuerdo. No me ha vuelto a protestar. El tratamiento intensivo de Ibuprofeno, Traumeel y un par de baños de agua caliente con sal gorda – mano de santo para estas cosas -, que le apliqué, lo han mantenido a raya. Incluso el Lunes ya no me dolía. Mentiría si dijera otra cosa.
Aún así continúa el reposo en lo que al trote se refiere. Por lo menos hasta el Sábado o el Domingo. Aunque si no me molesta, no sé yo si tendré paciencia para tanto.

domingo, 10 de octubre de 2010

Y para hoy...

Con la compañía de cuatro Caprus más, seremos cinco Caprus los que correremos en esta carrera.
La inmejorable compañía la componen: Miguel - el Mister -, Rafa, Fernando y Javi.
Ojalá que la lluvia nos respete. Si no llueve, con esta compañía las cosas no pueden salir mejor. Y si llueve, seguro que tampoco será muy diferente.