jueves, 19 de noviembre de 2009

Cuando se unieron las fuerzas de Jan y Jin


Sé que lo correcto ortográficamente, es escribir Ying y Yang. Pero esta vez y aunque no se me perdone, me permito la licencia de adaptar el concepto a lo que necesito para las siguientes líneas.

Ayer se volvieron a juntar las fuerzas de Jan con las de Jin, que muy bien podría ser yo. Ello, a pesar de que mis fuerzas ayer eran bastante escasas y las reservas de moral andaban bajas. Lo estuvieron buena parte de la mañana y del día. No entro en explicar por qué ya que los que me seguís con infinita paciencia lo sabéis.

En un rasgo de generosidad de los que caracterizan a Jan y antes de que Jin – servidor de aquí en adelante -, se lo pidiera, se ofreció a darme compañía en el trote que llevaría a cabo al salir del trabajo a eso de las 18:30. Se diría que Jan leyó el pensamiento de Jin antes de haberlo materializado en forma de llamada o de correo.

Si le pedí que me acompañara, fue porque realmente lo necesitaba. Sabía que lo necesitaba. Por una vez no quería correr solo. Sabía que el entrenamiento en sí y su final podían ser muy distintos a como luego fueron. Sabía que corriendo solo, me encerraría en los pensamientos y en los recuerdos que habían estado dando vueltas en mi cabeza toda la mañana; que fruto de ellos podría darme un bajón y me flaquearan las piernas quedándome tirado en cualquier esquina y que llegar al coche para volver a casa, podía convertirse en una tortura más que en un motivo de satisfacción.

En otro gesto de generosidad, como si no fuera bastante, se ofreció a recogerme en el trabajo en vez de quedar en nuestro punto de encuentro en Ciudad Lineal, al lado de su casa. A las 18:50 nos reunimos y nos fundimos en un fraternal abrazo a las puertas de mi trabajo.

Sabía que si lo anterior no llegaba a pasar y por el contrario todo salía bien, terminaría llorando a moco tendido al final del trote. Soy muy capaz de eso. Me conozco. Estando solo sí.

Con Jan, ni una cosa ni la otra tuvieron lugar. No hubo resquicio posible para la tristeza ni los malos rollos. Conversando toda – repito: TODA -, la carrera, mi mente estuvo distraída en todo momento. Ese fue uno de los efectos Jan de la sesión. Era lo que buscaba. Era lo que necesitaba. Sí hubo un par de recuerdos inevitables mencionando algún pequeño detalle sobre mi amigo José Carlos, pero con calma. Con cariño. Sobre la marcha. Con tranquilidad.

El plan propuesto lo cambiamos de inmediato a sugerencia de Jan. Conoce mucho mejor los alrededores y no dudé en dejarlo en sus manos. La variación que hicimos recorriendo el Parque del Paraíso y subiendo por Arcentales hacia el final de la sesión me gustó muchísimo. Nunca había subido Arecentales entero, desde abajo, como lo subí ayer tarde contigo, Jan. Te lo aseguro. Ver aparecer de pronto la calle Hermanos García Noblejas, me pareció cosa de duendes. No subimos hacia esa calle, fue esa calle la que vino hacia nosotros.

Durante todo el recorrido charlando fluidamente, los kilómetros cayendo uno detrás de otro. Saboreándolos como se saborea un buen vino. Me vino un puntillo de tristeza cuando me dijiste que apenas quedaba kilómetro y medio. Sí, digo bien, tristeza. Pero porque veía que nuestra hora se terminaba. ¡Hubiéramos corrido otra más al ritmo que íbamos! ¿A que sí? Yo creo que sí.

Rematando el último kilómetro y aprovechando la inercia natural de tomar la calle Miguel Fleta en el sentido de bajada, la complicidad que hay entre nosotros salió a relucir. No hacía falta decirlo. Bastó una mirada cruzada y una paulatina aceleración de la zancada al unísono. Fue como haber dicho: ¡Vamos a por él! ¡Rematemos este último kilómetro! Y a por él que fuimos. Rompiendo el ritmo llevado hasta entonces, que fue regular hasta subiendo algunas calles, lo rematamos y bien a ritmo de 5:30. Sin problemas, sin agobios, sin sobresaltos. Como lo fue toda la sesión.

Y efectivamente, la sesión no terminó en llanto, sino en alegres carcajadas. Porque estábamos inundados de satisfacción por una sesión bien hecha y bien rematada. Se podía palpar.

Risas, abrazos, estiramientos y dedicatoria materializada a mi amigo José Carlos que en paz descanse. Propósito del entrenamiento consumado.

Creo, estoy convencido, de que ha nacido una buena sociedad entre nosotros. Buena la sociedad de Jan y Jin, ya lo creo. Y también estoy convencido de que esta sociedad puede hacer algo bueno en Getafe. Ayer me quedó claro.

Jan, bajando Miguel Fleta te lo dije y te lo repito ahora: ¿te imaginas que termináramos así en Getafe? ¿Te lo imaginas? A ver si le podemos dar una alegría al Mister.

El Ying y el Yang son opuestos y complementarios por naturaleza.
Jan y Jin también lo son. Pero además también son buenos cómplices.

Hoy Pepemillas ( Jin ), le está muy agradecido a la Generosidad de un gran amigo y compañero de trote que es Jan.

11 comentarios:

  1. Haceís buena pareja, sois un par de muy buenas personas y entra de lo normal el hecho de que os compenetreís tanto; me alegro de que hayas tenido un buen día y un buen entreno; un abrazo muy fuerte, Pepe.

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  2. Me alegro muchísimo leer lo que pones.
    Al saber que entrenabas con Jan, sabia que el entrenamiento iba a ser muy diferente.

    Un abrazo.

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  3. Y yo me alegro más de que todo fuera así, Miguel.

    Manuel. como digo algunas veces, buena buen entrenador, buena compañía, buen entreno... ¿qué más puedo pedir.

    Abrazos.

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  4. Entrañable post, una historia de sentimientos, de sensaciones, de camaradería y de superación de obstáculos. Estas cosas unen.

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  5. La verdad es que cuando nos juntamos, no paramos de rajar ni un minuto... y curiosamente, en mi caso al menos, me canso menos que en un entrenamiento normal a ese mismo ritmo.

    Getafe nos espera... Y vamos a llegar a meta como si fueramos keniatas...

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  6. Es muy bueno corre con gente, te da más aire, te compromete más y pones más esfuerzo pero sorprendentemente als sensaciones son mejores y más satisfactorias.

    A parte del tema, coger un poco de aire y a seguir entrenando.

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  7. Me ha gustado leer la entrada, yo hay veces que solo salgo a charalar como quein queda para tomar un café o una cerveza

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  8. y no te olvides del "Gin-Tonic"...

    Muy bien por los dos. Ahí es donde se ven los amigos.

    Ánimo

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  9. Es raro que yo salga a correr con alguien. Ni en grupo ni en pareja. Para poder hacerlo se tienen que dar una combinación de circunstancias muy grande.

    Sin embargo por Jan, le estoy cogiendo el gustillo a esto de correr en pareja. Los kilómetros se me hicieron más cortos, las cuestas, las pocas que hubo, más llanas.

    Y además tampoco he sido nunca de mucho hablar corriendo. Ahora me encuentro con que puedo hacerlo. Eso sí que es novedad para mí.

    Gracias, amigos.

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  10. Hola Pepe, me alegro un motón de leer esta entrada, ese Jan es un tio muy grande...y haceis buena pareja de fatigas,

    Ahora a mirar para adelante y con ánimo.

    Un saludo
    Quique

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  11. este deporte estrecha la amistad.
    me alegro que asi sea....

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