martes, 15 de noviembre de 2016

XL Medio Maratón de Moratalaz / Anticipo de crónica


En toda carrera que se precie, se suele decir que nunca debe faltar cabeza y que donde no te lleven las piernas, ha de llevarte el corazón. Bueno, de los 21 Kims, las piernas me duraron hasta el 12, la cabeza hasta el 16 y el corazón... el corazón se quedó enganchado a esa legión de jóvenes voluntarios que fuimos arrastrando con nosotros - Isabelle Zanker y yo - hasta la meta. A ellos se debe que consiguiera cruzarla.
Desde el K 10-11 ya nos habíamos ganado el galardón de farolillo rojo de la carrera. No porque fuéramos los últimos, que no lo eramos. Había más corredores por detrás de nosotros, pero se rindieron. Nosotros eramos los últimos de los que no lo hicieron. Y se lo dije a algún voluntario allá por el K 14, porque ya veía venir lo que iba a ser el resto de la carrera. Les dije "¿Sabéis por qué voy a ser el último? Porque no pienso rendirme." Se volvieron locos y creo que ahí ya empezaron a seguir nuestros pasos. No estoy seguro. Iba concentrado en mis pies, en el suelo que pisaba intentando no ver su inclinación, tratando de ignorar esas subidas que te echan para atrás más que otra cosa...
Y necesité la infinita paciencia de Isabelle para no hacerlo. Pero no lo hice. No había piernas, pero había una fijación y un propósito firmes: Llegar. Terminar. Y controlar las emociones al ver el esfuerzo de aquellos muchachos entonando mi nombre o aquello de ¡¡Alé, alé, alé Moratalaz, alé, alé...!! o ¡¡Ese Pepe, ese Pepe, eh!!
Isabelle, se encargó de las presentaciones... Y el resto,,, bueno, el resto, lo dejo para la crónica.
Voluntarios de la carrera, mi corazón se quedó enganchado a vosotros y para siempre. Tengo una deuda con vosotros. Gracias, gracias, gracias. Sois los mejores. Muy buena gente. No os olvidaré nunca, y me emociono al recordaros.

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