sábado, 16 de octubre de 2010

II Medio Maratón Leganés - XXXIII Carrera Popular San Nicasio

Carrera de San Nicasio – Leganés. Una carrera para comentar.


Empezando por el principio, en cuanto a la organización, cuando se ven los esfuerzos por arreglar algo que no parece tener arreglo, toda crítica que en principio se pudiera tener ganas de hacer – sobre todo en caliente -, se desvanece. Los organizadores y voluntarios se vieron claramente rebasados por una asistencia que seguramente ni se imaginaban. Era evidente. La recogida de dorsales lo decía todo.

Estoy seguro de que con las ganas que tienen por ofrecer una buena carrera, el año que viene las cosas van a ser muy distintas. Yo por eso, por el esfuerzo que hicieron, sólo por eso, ya les felicito.

Ahora un poco más atrás. Aproximadamente una semana antes, por motivos de trabajo tuve la oportunidad de mantener una extensa charla con el Mister. Ahí nació la posibilidad de asistir a esta carrera. Una de esas charlas que yo valoro más que algunas sesiones de entrenamiento. Enriquecedora como siempre.

Supe que seríamos cinco Caprus los que nos reuniríamos. Al final no fuimos cinco sino seis Caprusianos, porque Jorge también se subió al carro. Miguel y Rafa irían a por la media. Los demás a por la corta de 10 K. Algunos con más fortuna que otros. Estos éramos Fernando, Jorge, Javi y yo.

La crónica debería ser sencilla pero es complicada y sencilla a la vez. Los entrenamientos que llevo haciendo desde hace más de un mes, me habían dado muestras de algo que quería plasmar en esta carrera. Me hacía ilusión. Como también lo hubiera hecho en la de Alcalá de Henares ya que no pudo ser en La Melonera. Intuía cosillas que me hacían pensar en hacer algo bueno en un diez mil. Tenía ilusión por hacer una buena traducción de esos entrenamientos en esta carrera. Pero no pudo ser. Tampoco lo lamento ni mucho menos. Con la dureza de esta carrera frente a lo que fue la de San Juan, también en Leganés, y las circunstancias que rodearon a esta carrera, valoro mucho más la hora y pico que hice en esta, que los 54 minutos de la de San Juan. Y digo más. Estoy hasta contento. Muy contento. Mucho. Y hasta orgulloso. Porque aunque las cosas no salieron como esperaba, tuve pistas suficientes para saber cómo pueden ser en otra ocasión en la que me vea con tantas ganas. ¡Y es que había muchas ganas en esta carrera!

Nada más recoger el dorsal, corriendo al coche a cambiarme con Fernando, Javi y Jorge, para volver corriendo – esta vez literalmente -, para colocarnos en la línea de salida. Según llegamos, sonó el pistoletazo de salida. Así fue nuestro calentamiento. El resto de él lo hicimos en la cola de los dorsales. Salí con Fernando, con quien quería ir el mayor tiempo posible. Ese era mi reto. Más sabiendo que iba a ir entre 5 y 6 minutos. Sabía que podía. Pero llegó el primer tropiezo. A los 500 metros siento la zapatilla derecha muy suelta, miro, el lazo se había desatado. Las prisas de cambiarnos me traicionaron. En lo que tardo en hacerlo, Fernando se me despega pero no dejo de verle. Aprieto el paso, pero la estrechez me impide alcanzarle. Fui durante muchos metros a pocos cuerpos de él pero sin lograr pasar. Había que esperar a mejor momento. En esto, el segundo tropiezo. No sé cómo fue, no me lo explico. Iba en llano, ningún bordillo, ningún obstáculo, pero el pie derecho, se me dobló literalmente hacia dentro cayendo todo mi peso sobre el tobillo. Pude ver la planta del pie entera. Sentí un relámpago que me corrió de abajo a arriba solté un grito de los míos. Me eché a un lado asustado sin saber lo que me podía haber hecho. No quise sentarme ni echarme al suelo. Anduve unos pasos. Vi que podía andar. Intenté un trote suave. Dolía pero podía pisar. Progresivamente fui apretando el paso. Si hubiera tenido algo feo, no hubiera podido hacerlo. Fueron segundos, pero los suficientes como para que Fernando se me fuera del todo. Ya no volví a verle hasta mucho más adelante en un tramo de esos en que los que van, ven a los que vienen. Me quedaba solo y tenía que hacer mi carrera. Apreté aún más. Dolorido pero bien. Podía aguantar. Intentaba recuperar puestos. Pero Fernando no aparecía. El que me alcanzó fue Jorge. Seguí unos metros con él pero no iba aún para fiestas. Nos despedimos.

A pesar de no ir fino del pie, iba contentísimo de cómo estaba subiendo las cuestas. Incluso las más largas y aburridas. ¡Adelantando en plena subida! Nada que ver con lo de Guadarrama. Con alegría y paso vivo. Iba contento. Así, de esta forma, llegué al avituallamiento del K5 en 25 minutos. Casi pego otro grito de los míos. Eso era lo que yo quería. Incluso me habría contentado con 26 ó 27 minutos. Dadas las circunstancias. Pero no, eran unos bonitos 25 minutos. Anduve unos pasos para beber unos tragos. Vendría más a delante la cuesta del cementerio. La misma de San Juan pero en subida. Había que prepararse para ella.

Antes del K7, nuevo tropiezo. Tantos cambios de terreno – asfalto, tierra, carril bici… -, no me podían llevar a nada bueno tal como iba. Tocaba bajar un bordillo para cruzar un tramo de asfalto y yo no lo vi. El suelo desapareció bajo mis pies. Al que le tocaba pisar era al izquierdo, pero al hacerlo la sacudida fue terrible en la parte de atrás del muslo. Sentí como un hachazo. Durante bastante rato estuve sin poder pisar bien con el izquierdo. Iba apañado. Si llega a ser el pie derecho, me quedo allí. Otra vez a recuperar el paso progresivamente. Hasta dejar de sentir ese dolor tan agudo en el muslo, me tuve que parar dos o tres veces y beber unos tragos. Había que planificar lo que quedaba y sólo cabía un plan: acabar lo mejor posible y olvidarme de lo que pudo habar sido y no iba a ser.

En estas estaba, cuando el pie derecho me presenta su tarjeta de visita en forma de calambres cuando intentaba apretar un poco el paso. No venía solo, venia acompañado de alguien a quien no veía hacía meses y meses, mi “amigo” el flato. Pensé: “vale, ya estamos todos, ¿alguien más…?" De pena. Haciendo un cálculo rápido en el 8, vi que se me escapaba hasta la posibilidad de hacer 59 minutos. Hubiera servido para maquillar aquello, pero ya ni eso. Hice tranquilamente los dos kilómetros que quedaban y ni siquiera esprinté en la llegada a meta. No me quedaban ganas. Fuerzas sí, pero ganas… ¿para qué? Una pena.

Eso sí, nada más pasar la meta, el pie que me había torcido, empezó a pegarme unos bocados que me recordaron el momento en que se me dobló. Tremendo. En cuanto recogí la bebida y la bolsa me senté en el suelo. Eso ya sí era dolor. Y sabía que en cuanto me echara andar después del descanso, no iba a poder poner el pie en el suelo. Y así fue. Más cojo que otra cosa, fui a meta después de hablar unos minutos con Javier H.G. y su mujer, para intentar ver a Rafa y a Miguel entrar en meta. Estuve a pie del arco de meta un buen rato. Convencido de que quizá hubieran llegado ya, me di la vuelta. Justo en el mismo minuto en que ellos llegaron. Me doy la vuelta y los veo venir sudorosos detrás de mí. ¡Ya me vale!

Me cuentan un poco de cómo les ha ido y me doy cuenta de lo que tiene que ser correr como lo hacen ellos. El nivel al que lo hacen. ¡Enorme!

Miguel se da cuenta de que cojeo y le explico. Vemos una ambulancia y no me lo pienso dos veces. Les pido que me lo miren con tal de descartar lo que sea. Les parece que la cosa no pasa de un esguince. Vendaje y a tomar antiinflamatorios y algún analgésico para el dolor. Cuando salgo de la ambulancia, veo que viene Fernando con mi mochila. Apoyándome en su hombro me ayuda a llegar al coche donde me cambio. Ya no puedo poner bien el pie en el suelo. Ahora duele de verdad, pero me lo trago.

Fernando me ayuda a llegar al coche para cambiarnos. Antes nos paramos para hacernos una bonita foto para el recuerdo. A pesar de todo, yo no pierdo la sonrisa. Sigo estando contento. Me sobran motivos para estarlo.



El balance me sigue saliendo positivo, porque con todo, además de disfrutar de mis compañeros Caprusianos en mi primera competición junto a ellos, otra parte de lo mejor del día estuvo en el reencuentro con viejos amigos de esta bendita afición. Pude ver a Celina, guapísima con ese nuevo corte de pelo, a Javier Hervás, muy preocupados ambos por mi larga ausencia de la red, a Ino, la mujer de Javier, tan alegre como siempre, a Alfonso, pletórico él, a Jaime Navarrete, preocupado por sacar adelante la entrega de los dorsales… También pude ver a Rafa.

En definitiva, una bonita jornada que para nada pudo ensombrecer mi esguince. Me satisface ver que no le he perdido el puntillo a la competición a pesar del tiempo transcurrido desde la última vez y sobre todo, comprobar que no me pongo ya nada nervioso en el momento de colocarme en la línea de salida.

Me gusta correr.

6 comentarios:

  1. Muy bien, Pepe, a seguir disfrutando con todo, lo bueno y lo menos bueno, con la pasión que te caracteriza y lo bien que nos lo transmites en tus emotivas crónicas. Hacía tiempo que no leía una de tus crónicas y me ha gustado. Lo de "ya estamos todos" me ha hecho gracia, porque la verdad, ¡aquello parecía el camarote de los Marx!
    Por cierto, yo que tú, en lugar de analgésicos o antiinflamatorios me iría a un buen fisio.
    ¡Un abrazo!

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  2. Nos alegramos un monton ya lo sabes de verte, ya vi que la recuperación va en buen camino y que al final sacastes conclusiones fenomenales de la prueba... por tanto... Enhorabuena...

    venga, nos vemos en otra y prontito, eh!!

    Un abrazo campeon.

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  3. Nos alegramos un monton ya lo sabes de verte, ya vi que la recuperación va en buen camino y que al final sacastes conclusiones fenomenales de la prueba... por tanto... Enhorabuena...

    venga, nos vemos en otra y prontito, eh!!

    Un abrazo campeon.

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  4. Que grande Pepe!!! Y de nuevo con tus impresionantes crónicas!!! Bienhallado y ánimo
    Un abrazo
    Santi

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  5. Muy bien Pepe, eso sí, cuida bien ese tobillo, te lo digo por experiencia reciente, y ve a un fisio que te trate convenientemente, para si tienes que hacerlo y recupérate bien que los esguinces mal curados son jodidos.

    Un abrazo amigo.

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  6. Pepe, cuida ese tobillo. Una pena que no voy a estar en Moratalaz para la Media, ese día estoy en la Behobia.

    En mi blog puedes ver como quedan las camisetas Caprus...

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