miércoles, 4 de mayo de 2011

Son mías y me pertenecen

Son mías. Me pertenecen. Me pertenecen por derecho propio. Siempre las pillo bostezando, somnolientas, estirándose. Desperezándose de la pereza de afrontar la jornada.

Incrédulas y sorprendidas, me ven llegar, y sienten cómo tomo posesión de sus arterias. A mis pecaminosas horas de entreno, las calles me pertenecen.


Alrededores de mi trabajo. La cuña azul que se puede ver en la imagen mide exactamente 2 kilómetros. El área marcada en rojo, 1 kilómetro. Dos vueltas a la primera y una a la segunda, me han dado un total de 5 kilómetros en 31:54 algo antes de las 6 de la mañana, antes de entrar a trabajar, y unas sensaciones muy gratificantes.

Tras unos minutos de enfriamiento y estiramientos, y un zumo de naranja en una cafetería cercana, he entrado a trabajar mi turno de doce horas con una alegría especial en el cuerpo y con la mente despejada.

Julián Camarillo de bajada, Emilio Muñoz de subida. En la segunda vuelta, he activado un poco las turbinas, y he subido Emilio Muñoz en 25 segundos menos que en la primera. ¡Qué contento me ha dejado eso! Si consigo llevar como mínimo este ritmo en Hortaleza, no habrá problemas para no hundirme en sus cuestas. Será cuestión de encontrar el ritmo adecuado y seguirlo hasta el final sin perder la cabeza.

 
¡Cachis…! Ha sido poco. Me he quedado con ganas de hacer pellas y haber hecho otro tanto otra media hora más. Pero si madrugo más, entonces no me acuesto. Hoy me he puesto en marcha a las cinco de la mañana. Lo dicho: a mis pecaminosas horas de entreno, las calles me pertenecen.

Nota al márgen:


1 comentario:

  1. Cada día somos más los que corremos a primeras horas, las sensaciones son distintas, la ciudad se va despertando y tu ya estás a tope, huele hasta de otra forma y los deberes del correr ya estan hechos para todo el día.
    Buena entrada Pepe.
    Un abrazo

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