viernes, 1 de abril de 2011
Mi Medio Maratón de Coslada.
27 de Marzo de 2011.
Mi primera carrera oficial del año. Para colmo, incluida en el circuito de un Mapoma al que este año no podré asistir. Lo tengo descartado desde hace semanas. Pero ese es otro tema.
Una de las certezas que extraigo de esta carrera, es que espero poder seguir teniendo fuerzas para tirar de épica en otras carreras como lo he hecho en esta. Una carrera que para mayor satisfacción mía, es una de las medias más duras que hay junto con la de Fuencarral. Primero me la pintaron como bonita, piqué y me apunté. Luego, me dijeron: “Un, dos, tres, despierta… Despierta porque esta carrera no es así, es asá…” Y doy fe de que en mis carnes llevo la huella de que es muy asá… Pero no hay dolor. Otras cosas duelen más. Prefiero ver esta carrera como una muesca más de experiencia.
Vamos con la crónica de mi carrera. A ver si consigo no liarme demasiado.
08:45 Hace más de hora y media que estoy en pie, pero alguna que otra sábana de mi tropa se pega más de la cuenta. Aviso a Miguel que no voy a poder llegara a tiempo para la foto de familia. ¿Cuándo llegará el día que yo pueda hacerme una de esas? Los efectos del cambio de hora de esa misma noche se hacen notar.
09:40 Aún no he llegado a Coslada.
09:45 Llego a Coslada, pero el GPS me juega la mala pasada habitual de desorientarse. Siempre lo hace en los momentos más inoportunos.
09:55 Tras “reubicarse” consigo aparcar en una gasolinera próxima al Monumento a la Mujer y muy cercana al Polideportivo.
Esprinto para bajar del coche y guardar con ayuda de mis hijas la ropa sobrante en el maletero, quedándome nada más que con la indumentaria para la carrera. A sugerencia de mi hija mayor, me escapo esprintando hacia el Polideportivo. Veo a la mayoría de corredores colocados en línea de salida. Todavía hay algunos calentando. Esprinto dos veces hacia la Secretaría en busca de mi chip. La primera, me tengo que dar la vuelta porque la reja me cierra el paso. A la segunda, consigo llegar a Secretaría y recojo el chip. Me lo coloco y esprinto escaleras abajo. Al salir a la calle, veo pasar a los corredores que ya han tomado la salida. Resignado, ya no esprinto más. El calentamiento ya está hecho. Troto tranquilamente hacía el arco de salida. Hay quien me sugiere que sale la valla y me meta en el pelotón. ¡No saben a quién le están diciendo eso! Yo que tengo por norma no “comerme” ni una esquina en carrera alguna, y que me revienta ver a quienes lo hacen… ¡Esos "mataesquinas"!
Consigo llegar al arco de salida y oigo a mis hijas que me gritan a mis espaldas. Acaban de llegar. Las tiro un beso y las doy el teléfono que me quedé en las manos con las prisas. Paso el arco, pico el crono y me despido. Estamos en carrera…
Salida. – Veo sin dificultad a los últimos del pelotón de cola y a dos globeros con camiseta amarilla que cierran la carrera. Tras ellos, la ambulancia. Me sacan unos 400 metros. Desde la primera zancada, decido hacer totalmente mi carrera sin presiones de ningún tipo.
K1. – Poco antes adelanto a la ambulancia.
K 1’5 – Alcanzo a los globeros, me quedo con ellos un rato y los rebaso también. Uno de ellos porta el globo de 2h10’. Me gusta la referencia y me lo creo.
K2 – Poco después de rebasar a los globeros, adelanto a unos pocos corredores. Viéndome ahora acompañado, decido clavar el paso que llevo. No voy mal.
K4 – La alegría dura poco. Los globeros me alcanzan y me rebasan. ¿Algo va mal y no me he dado cuenta? Porque yo no me siento tan mal como para que me ritmo haya bajado. Voy a paso constante, o eso creo.
K5 – Primer avituallamiento. No dudo en caminar unos pasos para beber unos tragos. Ya me he comido algunas de las primeras cuestas y tampoco ha ido mal.
K8 – Hasta aquí consigo no despegarme de los globeros más allá de 150 – 200 metros. Al poco, el globo de las 2h10’ es el que despega. Imposible seguirlo. Sobre todo porque el despegue es en vertical y no está uno para esos vuelos. Se ha desatado y vuela hacia las nubes.
K9 – El kilómetro que me mató – Me mató la moral y las ganas. Mi minó brutalmente la alegría que llevaba. ¿Por qué? Fácil de entender. En un giro a la izquierda, yo no veo las marcas azules en el suelo y sigo recto. Lo hago, y veo una subida descomunal, me cierro en banda y tiro para delante con el propósito de subirla de un tirón. Me animo: “Si puedo con esta, puedo con todas”. Tendría unos 300 – 400 metros. Y puedo con ella. ¡Vaya que si puedo!
Desde bastante antes de llegar arriba, veo a un voluntario con el chaleco fosforito. No dejo de mirarle en vez de clavar la mirada en el suelo, y le tomo como referencia de lo que me queda. Pero al culminar la subida y llegar a su altura, me dice el tío… “Por aquí no es la carrera”. “¿Qué?” - le pregunto incrédulo. Paró en seco y le hago repetir. “¿Qué dices?” Y escucho esto: “La carrera es por allí abajo” Me señala por donde he subido. Ristra de lamentos malsonantes por mi parte. Vuelvo la vista y veo al último corredor que ya me tiene fichado, haciéndome señas con los brazos. Respondo a las señas y hecho cisco, me dejo caer cuesta abajo sin prisa alguna…
¡Demonios! No había nadie que me dijera en ese giro que iba mal. Ningún voluntario que me indicara nada. Me despisté, de acuerdo, pero ese voluntario que había al final de la cuesta tampoco hizo ninguna señal que me pusiera alerta. Y yo no lo perdí de vista en ningún momento. Esperó a que llegara a su altura para darme la alegría del día. Bajé la cuesta dándole vueltas y más vueltas a todo esto en mi cabeza. Hasta ese momento, incluso hasta el K10, habían ido cayendo los kilómetros con mucha comodidad. En pocas palabras me sentía muy entero.
K10 – Para cuando llego a él, he perdido más de tres minutos respecto a los kilómetros anteriores. Lo paso en 1h05’ menos unos segundos.
Retomado el buen camino, viendo tan lejos a los que yo había tenido detrás, y no alcanzando a ver a los globeros, me vence cierta dosis de desmotivación.
K11 – Tras de mí sólo veo a un superveterano que va escoltado por la ambulancia. Vienen cuestas y más cuestas. Cortas, pero con giros muy cerrados. Me dejo caer y ajusto el paso hasta ser alcanzado por este superveterano. Nos damos la mano y me dejo arropar por su experiencia. Se ve que la tiene. Ya me da igual lo que tarde en terminar. Sólo tengo clara una cosa y es que la voy a terminar.
Establecemos conversación y van cayendo datos. Creo que me dijo que tenía 65 años. Se llamaba Antonio y estaba corriendo con la intención de no hacerla entera, sino de acumular kilómetros, porque venía de una lesión de gemelos muy latosa y no quería forzar. Va a 6:30 y me parece bien para las ganas que llevaba. Dice que me llevará hasta el 18 más o menos, donde él se retirará.
“Verás cómo nos comemos a alguno al que le flaqueen las fuerzas antes del K16” – me dice dándome esperanzas. Yo prefiero dejar que los kilómetros vayan cayendo y no agarrarme a cálculo alguno. Ya no me entonan ni los geles, aunque me reservo uno para el final.
K 12 – (Más o menos) – Encuentro con el Míster (Miguel) en plena recta donde se cruzan los que van con los que vienen. ¡Y cómo venía! Yo le veo venir de lejos. Él no me ve hasta que me tiene encima y le extiendo una mano para chocarla. Venía como un misil… ¡Qué potencia, Dios! ¡En moto venía hacia mí. Da gusto verle. No nos decimos ni una palabra. No hace falta, sólo nos sonreímos.
K14 – El kilómetro de la puntilla – Se nos acerca a Antonio y a mí la ambulancia y nos dice el conductor que estamos descalificados y fuera de carrera desde ese momento. Nos miramos incrédulos. Le hacemos repetir al conductor y no sentimos otra cosa que indignación. ¿Pero qué es esto? ¡Que estamos casi en el K15! Vemos que contacta con alguien por radio y seguimos. Nos vuelve a alcanzar y nos da el recado: “Me comunican que si siguen es bajo su responsabilidad”. Antonio y yo nos miramos. Antonio no dice nada, pero mi respuesta es inmediata. “Puede ser que me terminen faltando las fuerzas, pero responsabilidad me sobra. Gracias, pero sigo”. Miro a Antonio, asiente con la cabeza y añado: “Seguimos”. “¿Siguen?”. ”Seguimos” – le contesto con seguridad. Nos desean suerte y nos rebasan. Ahora estamos solos y el tráfico va abriéndose. Tratamos de seguir lo más a la derecha posible intentando no estorbar a nadie.
K18 – Ya hace un rato que Antonio se ha despegado de mí y le sigo a unos 100 metros más o menos. Nuevas cuestas se me clavan en las piernas como puñales. En algunos momentos seguimos viendo a la ambulancia delante de nosotros. Tampoco se ha distanciado mucho. Al paso que va, suponemos que van tras algún otro corredor rezagado.
Antonio se retira, nos despedimos y me quedo solo. No es problema. Siempre entreno solo. Pienso en mis hijas que me están esperando en meta. A saber si a lo mejor preocupadas de no verme llegar… Decido marcarme un objetivo para terminar. Y no es otro que alcanzar a la ambulancia y rebasarla. Con eso me daba por satisfecho. Tenía menos de tres kilómetros para conseguirlo.
K19 – Me sorprendo al ver que los policías que me voy encontrando, lejos de sacarme de la carrera, me animan e incluso paran el tráfico algunas veces para facilitarme el paso. Me siento culpable y espero que en algún momento me hagan subir a la acera. Pero esto no ocurre y sigo pateando asfalto. Imprimo un trote medianamente alegre al ver tanto llano por delante y me parece que la ambulancia está cada vez más cerca. Le piso los talones.
K20 –Al ver esta pancarta casi me paro a darle un beso. Los policías siguen animándome a continuar.
En un giro, veo algo que me motiva más. Es la espalda del que debe ser el último corredor que llevo delante. Y que se esconde delante de la ambulancia. Nueva referencia tomada. Pero no lo veo como un rival, sino como un compañero de sufrimiento. Es el mismo que me hizo señas con los brazos en la calle en la que me equivoqué. Viste un cortavientos negro.
Veo delante de mí una recta llana y larguísima aunque estrecha. “¿Me la juego?” – pensé. Y mis piernas contestaron que sí. Rebaso a la ambulancia por la izquierda y sin poner intermitente. Me hubiera gustado fijarme en la cara del conductor reflejada en el retrovisor. Me lo perdí. Apreté un poco más y alcancé al corredor colocándome cerca del bordillo. Le saludo, se sorprende al verme y me sonríe como puede. “¡Lo conseguiste!” – me dijo. “Por supuesto” – le contesto también sonriendo. Le animo estrechándonos la mano. “¡Vamos, que la terminamos!”
“Uuuuufffff… no sé yo…” – me contesta. Va exhausto. Con las justas para terminar. Vamos a la par unos metros. Unas decenas de metros y veo el último puente. Ahí hay gente que aplaude. No quiero aflojar y me despego un poco del compañero. Un voluntario me acompaña en la subida del puente y me indica lo poco que queda para la meta. Unos metros por detrás de mí, otro voluntario acompaña al otro corredor. En esto, le oigo decir: “No sé si voy a llegar…” Me vuelvo y le grito “¡Vamos! ¡Si yo llego, tú llegas! ¡La tenemos! ¡Vamos, que es nuestra!” – Como puede me sonríe.
Últimos doscientos metros. Pego un tirón de los míos. Esos tirones con los que a mí me gusta terminar las carreras. No creía que podría hacer eso a esas alturas, pero siempre se puede. Ya no valía para nada, pero… al ver a mis hijas en la esquina de la recta final… me salieron alas en los pies. Las tiro un par de besos y aprieto más aún. Vuelvo a decir que ya no valía para nada. El tiempo conseguido era indecente. Pero era mío. Es lo que yo valgo ahora mismo como corredor. No hay vueltas que darle. Pero había terminado. Objetivo logrado.
Meta – Paso al arco de Meta bajo un reloj que indica 2h20’ y unos segundos. Paré el crono e inmediatamente me di la vuelta y fui a buscar al compañero. Estaba deshecho. Le aplaudo y nos sonreímos. Le cojo de la mano. Corremos así sus últimos 50-60 metros hasta pasar bajo el arco de Meta. De inmediato se me olvidan las penurias y las amarguras que haya podido pasar en la carrera. Estos metros finales bien lo han valido. Ha sido una de las entradas en meta más bonitas que pueda recordar siempre. Nos fundimos en un abrazo e incomprensiblemente parecemos hasta felices. Yo creo que lo estamos. Nos lo hemos ganado sufriendo lo que hemos sufrido.
Pero esta vez me quedé sin saber cómo se llamaba mi compañero de sufrimiento. Sin embargo, creo que si le vuelvo a ver, le reconoceré. Por lo menos si conserva esa barba que llevaba.
Y esta fue mi carrera. Corrí el mismo día y en el mismo lugar que mis compañeros del Caprus. Pero la mía… fue otra carrera. Mis expectativas iban por hacer 2h15’ en el mejor de los casos. Me alejé cinco minutillos de ello. No tengo en cuenta el tiempo perdido en la confusión porque no es significativo. A lo mejor sin confundirme hubiera sido igual.
Digamos que marca fue una doble U-C. Último de Caprus – Último de Coslada. Pero con honra. No me rendí. Un Caprus no se rinde nunca.
Me molestó y me dolió la descalificación en el K14. Es la primera vez que me pasa algo así. Y eso sí que me cuesta entenderlo.
Pero me quedo con esto: He doblegado al Medio Maratón de Coslada. Es más de lo que puedo decir del Medio Maratón de Moratalaz en Noviembre pasado. Antes del K5 supe que no estaba para hacer más de 10 y en el K10 lo dejé. En Coslada no. Y amigos… Coslada es Coslada.
Algo después vendría la carrera de Miriam. Eso sí que fue especial. Se la veía feliz. Por algo hablé antes de su carrera que de la mía.
"¿Cuándo es la próxima, papá?" - me preguntó al terminar.
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Qué huevos, Pepe
ResponderEliminarEsta es una historia de pundonor y orgullo
Enhorabuena
PD: ¿no le diste en la cabeza al voluntario? Quizás hubiera sido lo correcto....
Enhorabuena as superado con creces tú prueba de fuego, ahora a seguir con la misma fuerza que as demostrado
ResponderEliminar¡pero grande eres Pepe! Menuda crónica de ponernos los pelos de punta...
ResponderEliminar¡eres todo garra! Me alegro muchísimo. No olvidarás nunca esa línea de meta.
Lo de la descalificación, una vergüenza. Nunca entenderé esa actitud en unas carreras populares. Que les den. Tu les demostrastes muchas más cosas.
Eres muy grande. Un abrazo
Enhorabuena, Pepe.
ResponderEliminarQue buena cronica. Eres un fenomeno.
Qué mamones son!!...qué rabia me dan esas cosas!!...no se puede joder la ilusión así de los corredores, pretendiendo que todo el mundo haga una media en menos de 2h30!!!. Aquí siempre ponen el límite en 2h30 porque hay mucha gente que llega en ese tiempo, pero menos que eso me parece super injusto. Aún así, bravo por los dos campeones!!!...me alegro mucho de que la hicierais entera si o si.
ResponderEliminarFelicidades también como no a Miriam...¡¡¡qué bonitas y mayores están las dos!!!
Un abrazo enorme Pepitomiles!!!
Para que luego digan que las mejores carreras son las que hacemos mejores tiempos. ¡Enhorabuena! Esta carrera no se te va a olvidar nunca.
ResponderEliminarLamentable esa descalificación. No sé qué motivos argumentarían.
Emocionante la crónica Pepe.
Vaya crónica memorable te has marcado Pape, tanto como tu carrera, encima con dos coj... haciendo mas distancia que la de la carrera.
ResponderEliminarLo de la descalificación no merece ni comentarlo y el detalle del voluntario... a ese me lo llevebayo a Valdemoro... ¿te imaginas para que verdad?
Un abrazo campeón.
Enhorabuena , Pepe.
ResponderEliminarSe nota que la sufriste pero viviste todas las sensaciones. No creo que haya mucha gente capaz de recordar todos los momentos de una carrera, como tu los has narrado, y eso es lo importante: vivir cada momento con el corazón.
Un abrazo
Santi
Te has vencido a ti mismo, y lo demás no importa, porque cada vez tengo más claro que nosotros mismos somos nuestros peores enemigos. Puedes sentirte bien orgulloso...
ResponderEliminarSin embargo no creo que pueda decir lo mismo la organización: no está bien que te perdieras y no hubiera nadie para indicarte el camino correcto; tampoco estuvo bien que os descalificaran, pero no sé si íbais ya por encima del tiempo límite de la prueba. Aun así, muy grandes los policías al permitirte correr en condiciones de seguridad.
Ánimo!!
Ufff Pepe, cómo lo vivess!! Este es el comienzo, te has probado y seguro que ya tienes en mente la siguiente..., ¿cuál será...?
ResponderEliminarEnhorabuenaaa,
Besos.
peaso de cronica amigo!!!!que pasada,esta claro que todo esfuerzo tiene su premio...un abrazo!!!
ResponderEliminarMe ha encantado tu entrada!! y ahora que ya he corrido una media maratón y se el esfuerzo que hay detrás, me emociona leer crónicas como la tuya.
ResponderEliminarEnhorabuena por luchar y seguir adelante a pesar de la descalificación.
Sabes una cosa Pepe?, hagas el tiempo que hagas, la distancia es la misma que el primero, eso es lo que vale, quedaté con ello, una más.
ResponderEliminarRespecto a la descalificación, ultimamente estoy un poco ".......", con algunas organizaciones de carreras(casi todas por decir la verdad), mucho listo y "enterao" hay metido en este tinglado, seguro que muchos no han hecho ni una carrera en su vida, así toman luego las decisionesque toman, me imagino que corriste con dorsal y pagarías la inscripción de la carrera verdad?, pues un respeto a eso, que cada día tienen menos respeto a los "protagonistas" de las carreras, y tú eras uno de ellos.
Un abrazo campeón.