4:45 de la mañana. Ajusto los cordones ya en la calle. La temperatura es perfecta. Ideal. La predisposición para lo que pretendo hacer también. Activo el sensor de pie y los pulsómetros y me pongo en marcha. Todas las calles son para mí. Salvo alguna furgoneta de reparto de prensa no se ve otra actividad laboral como no sea el paso de algún autobús.
El suelo se porta bien. Funciona el “efecto rodillo” desde el primer momento. Esto ya me indica que todo va a ir bien. Carrantona arriba y abajo. Llego al cruce con García Tapia y me desvío hacia la derecha en busca del carril bici por la calle Brujas. Al pasar por delante del portal de Juan levanto la mano por si me viera. Creo que aún no le ha sonado su despertador. No siento envidia por imaginarle durmiendo. Yo me siento mejor donde estoy que él en la cama.
Silencio, mucho silencio. Hasta el golpeteo de las zapatillas contra suena distinto. Más íntimo, más cercano. Llego a Hacienda de Pavones y giro a la izquierda para coger la recta de los 800 metros de mis “amadas” millas. Se me ha hecho corta la recta. Cuando me he querido dar cuenta ya estaba terminándola. Sigue funcionando el “efecto rodillo”. Hago la rotonda y por García Tapia vuelvo a Carrantona. Al paso por mi bloque llevo 37 minutos de trote. Tiro para Pavones desviándome a la derecha en Molina de Segura y Oberón. Vuelvo a casa rematando con algunas vueltas en Pasaje de Cobeña. Completo los 45 minutos pactados conmigo mismo. Son las 5:30. Quedo en paz conmigo mismo. El pacto se ha cumplido.
Minutos de estiramientos. Entrada en casa. Buenos tragos de zumo de naranja y ducha reconfortante. Me da tiempo de sacar los datos de los pulsómetros. Las gráficas que veo me gustan. Me satisfacen. No las analizo con detalle pero su silueta me seduce. Apago el ordenador y recojo mis cosas. Tomo las llaves del coche y salgo hacia el garaje.
6:10 de la mañana. Estoy frente a las puertas del trabajo. Practico el sano y legítimo derecho de sucumbir a la tentación de dar media vuelta y volver a casa. No caigo en él aunque trabajo me cuesta no hacerlo.
Ahora veo los parciales: 6:50 – 6:27 – 6:26 – 5:58 – 6:09 – 5:43 – 5:49. La idea era hacer un progresivo sin pasarme de la raya y empezando desde muy lento.
Resumen: 0:45:03 para 7,3 kilómetros a una media de 6:11. Pulso: 152px’ de media y 167px’ de máxima.
Pareciera que he hecho algo y sólo han sido siete kilómetros y pico. 7,3 para ser exactos. Pero creo que entrenamientos así, se merecen su crónica.
PD: ¿Se me ha adelantado alguien hoy para entrenar? :-))
Hoja de ruta
A ojos del Polar 400...
Vaya madrugada Pepe, te admiro, para mí sería imposible. Eso sí que es afición por algo.
ResponderEliminarYo creo que no se te habrá adelantado. Preciosa entrada, muy bien descritas las sensaciones
ResponderEliminarVaya madrugón, yo tengo que empezar a plantearme algo así..
ResponderEliminaryo he salido a las 7... y como tú, 45 minutos...
ResponderEliminarse corre bien por la mañana...
y esta tarde, seguramente, a lo manuel, doblaré...
a ver que tal la prueba
Eso no debe de ser muy sano, joder, que forma de madrugar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Los pactos deben ser cumplidos decían los romanos ("pacta sunt servanda" toma latinajo). Es una frase que encierra mucho compromiso, me encanta eso de ver a la gente a las tantas de la mañana haciendo lo no fácil, lo no cómodo, lo duro, lo comprometido, me guuuuuuusta. Y lo mejor de todo es que por delante hay todo un día entero. Por cierto Pepe, un día nos juntamos y nos cruzamos Madrid de madrugada.
ResponderEliminarCreo que no se te haya adelantado nadie, pero ¿con quién has pactado?; horario prohibido para mi.
ResponderEliminarBuen entrenamiento y lo mejor ese regusto de buenas sensaciones que te han quedado.
Un saludo.
Desde luego no creo que nadie se te haya adelantado.
ResponderEliminarAlguna vez me gustaría hacer algo así, pero con pegarme los madrugones para irme a currar ya tengo suficiente,
Un fuerte abrazo
A las cuatro Pepe? vaya, pense que el unico que estaba con la neurona averiada era Yo por esto del correr, pero bienvenido al club compañero.
ResponderEliminarLo digo en serio, no creáis que no... A esas horas es cuando más entero y más fuerte me veo. Me atrevería hasta con la pista. Y sabéis lo poco que me gusta.
ResponderEliminarAbrazos.
Somos muchos locos, irlandés. ¡Muchos!
ResponderEliminarMuy bien, Pepe; eres un machote. Después de estos madrugones... échate una siestecita ;)
ResponderEliminarMe queda un poco lejos ya la siesta, María. Hasta las 18:30 no salgo de trabajar y luego hay tarea casera. Pero no hay dolor, estoy acostumbrado.
ResponderEliminarPepe, la próxima vez que pases por mi casa a las 5 de la mañana, no tengas empacho en llamar al telefonillo para saludarme. Si no sabes el piso no te preocupes, tu ve llamando a todos los pisos.
ResponderEliminarPor otra parte, me siento feliz por tu felicidad. Pero no esperes de mi que me levante a esas horas, incluso para correr. Aunque nunca se puede decir de este agua no beberé. Tampoco imaginaba hace unos años que iba a haceras cosas que hago ahora
Un abrazo, Maratoniano
Mi sincera admiración Pepe! vaya madrugonazo, para mi es algo inalcanzable, mi cuerpo a esas horas no funciona.
ResponderEliminarA seguir así,
bss
Tania
Ya sabemos quién pone las calles:P
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!
Envidiable fuerza de voluntad la tuya, aunque tambien es verdad que con algunos horarios laborales o lo haces asi o te devoran.
ResponderEliminarBuen entreno.
Un saludo.
:-)
ResponderEliminarHOla, Pepe, ¿adelantársete alguien?
jajaja, yo creo que ni el camión de la basura pasa tan pronto. Bueno, yo si acaso, para ir al baño, porque salí a correr... ¡17 horas más tarde!
Un beso.